Pero, al doblar la esquina, uno descubría un rostro deteriorado, desolado y derruido. Una ciudad de contradicciones, donde lo bello y lo malo coexistían sin llegar a entrar en contacto. Así nació una cerveza con dos caras: dulce y acaramelada al paladar, pero capaz de acompañar sabores fuertes y salvajes, típicos de nuestra tierra. Pruébela sola, y luego en una cena para verdaderos conocedores”.