pero no por ninguna belleza en particular, ni por ningún mérito, salvo el de una perfección armoniosa casi empalagosa. Inmutable e inalterable, forzada a su anonimato (aunque sinfónico), Zora fue abandonada y desapareció. Aquí, pues, esta ciudad enseña el valor del alma sobre la metodología, la necesidad de romper con esquemas y modelos vencedores, la experimentación perpetua: como hemos hecho en una cerveza que se atreve con lo inédito usando miel de abeja negra siciliana, que acentúa la dulzura de la malta”.